22 de enero de 2009

Lugar de encuentro



Los vuelos de regreso siempre son diferentes a los de ida: están cargados de nostalgia prematura, de cansancio y, a la vez, de una reconfortante satisfacción.

Estaba sobrevolando los Monegros, mi viaje a Australia estaba terminando al mismo tiempo que estaba terminando uno de los libros que me llevé: "Boomerang: viaje al corazón de Australia" de Xavier Moret. En su última página cuenta la creencia de que si te llevas un boomerang de Australia algún día volverás.

Y es verdad, yo tengo un boomerang colgado en el pasillo de mi casa y he vuelto. He vuelto porque había dejado varias cuentas pendientes: Ayers Rock, un monolito perdido en el centro de Australia; el Outback, un desierto de meditación y encuentro con uno mismo y con la naturaleza; y la cultura aborigen, que tanto me atraía desde hacía tiempo.

Y todo ello se encuentra en Ayers Rock, o lo que es lo mismo, en Uluru, que en la lengua aborigen significa lugar de encuentro.

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