6 de enero de 2009

Perder para ganar

Hay batallas de las que nunca se sale victorioso, independientemente de que se puedan ganar o no, porque exigen un desgaste personal del que tardas tanto en recuperarte que te convierten en una víctima más de la batalla. O mejor dicho: no en una víctima más sino en la más triste de las víctimas, porque son tus propias acciones ofensivas-defensivas las que te van deteriorando hasta el punto de no llegar a reconocerte en tus propios actos. Puede ser un deterioro tan profundo o tan prolongado que puedes tardar años en recuperarte y aún así, con las heridas ya curadas, es difícil perdonarte el daño que te has hecho a ti mismo y el tiempo que has perdido cicatrizando. Por eso creo que hay que saber alejarse de ciertas batallas y de ciertas personas y saber rendirse antes de que te acaben o te acabes destruyendo. A veces, retirarse a tiempo de una batalla es una gran victoria. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues para empezar el año, me parece una reflexión muy, muy sana.
Coincido plenamente.
Que sea un buen año.

XTina dijo...

Gracias Malena, y feliz año a ti también.